22 de febrero de 2011

Poema

No sé si fue en mis sueños o fue realidad, pero juro que estuve allí...
Estuve en un lugar donde los ángeles no tienen alas,
las sirenas cantan una canción que nadie escucha,
el viento no existe y la oscuridad lo domina todo.
La tristeza invade cada lugar, cada playa y cada palacio, cada alma y cada corazón.
Los Dioses se arrepienten de sus pecados y lloran... amarga y eternamente.
El amor y la amistad son enemigos, si es que allí existen, aunque yo no pude verlos,
aunque busque en el corazón de las personas, busque desesperadamente por
encontrar un solo vestigio de que ambos existían, pero cuando creí encontrarlos,
mi decepción fue infinita... el amor no existe y la amistad se llama odio.
Aquellos ángeles que vi, eran de una infinita belleza,
pero igual de infinita era su ira, su rabia y su tristeza.
Aquellos ángeles dejaron sus espadas y sus escudos y abandonaron la lucha,
una lucha que no existe, pero sin embargo los lastima,
una lucha que han olvidado como pelear y ahora, tan solo viven para recordar los momentos cuando eran grandes y hermosos,
cuando sus alas iluminaban el cielo y cada alma que tocaban,
ahora todo eso esta siendo olvidado.
En aquella ciudad también existen fantasmas sin rostro, fantasma que lloran y
se lamentan eternamente, aquellos fantasmas tuvieron una vida llena de pecado y
de maldad, ahora son condenados a vagar eternamente; a vagar dentro de esta ciudad
que sólo se rige por el dolor y la tristeza.
Espíritus, ángeles, hadas y demonios todos conviven en esta ciudad,
todos conviven compartiendo su dolor y tratando de encontrar respuestas a sus causas,
pero ninguno las ha encontrado, ninguno sabe aún la causa de su dolor.
¿Cuál será esta causa? ¿Cuál será la causa de mi dolor? Al igual que los habitantes de esta lúgubre ciudad. Yo tampoco lo sé, ¿Cuál es el origen del infinito dolor que se apodero de mí hace tanto tiempo, hace tanto que ni siquiera lo recuerdo?
La causa no la sé, ya que yo soy uno de esos fantasmas, de esos ángeles sin alas.
Aún habiendo conocido tanto este lugar; hace poco me di cuenta de algo,
me di cuenta que aquella ciudad tan familiar para mí, aquella ciudad sin alegría
o amor, sin amistad o felicidad... aquella ciudad que me trajo tantos recuerdos familiares, aquel lugar donde viviré eternamente, sólo existe en mi corazón,
sólo existe en mi alma y no existe más allá de mi mente.

Epilogo
 …pareciese que el dolor es mi condición normal y el sufrimiento mi forma de vida.

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