Bodas negras
(Carlos Borges)
Oye la historia que contome un día
el viejo enterrador de la comarca:
era un amante que por suerte impía;
su dulce bien le arrebató la parca.
Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de su hermosa,
la gente murmuraba con misterio;
es un muerto escapado de la fosa.
En una horrenda noche hizo pedazos
el mármol de la tumba abandonada,
cavó la tierra y se llevó en sus brazos
el rígido esqueleto de su amada.
Y allá en la triste habitación sombría,
de un cirio fúnebre a la llama incierta,
sentó a su lado la osamenta fría
y celebró sus bodas con la muerta.
Ató con cintas los desnudos huesos,
el yerto cráneo coronó de flores,
la horrible boca la cubrió de besos
y le contó sonriendo sus amores.
Llevó a la novia al tálamo mullido,
se acostó junto a ella enamorado
y para siempre se quedó dormido,
al rígido esqueleto abrazado.
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